lunes, 30 de noviembre de 2009

Fitness Center

Hace tiempo que salió la moda del culto al cuerpo. Ya se sabe, la vida ha sido y será una constante guerra entre los individuos de las diferentes especies para conseguir el mejor puesto y bla, bla, bla, lo que se resume en que estando más bueno/a que el/la de al lado, follaré más. Y con todo eso, ahora están más de moda que nunca los gimnasios.

Bueno, que ahora ya no se llaman así, ahora se llaman centros deportivos, porque, además de temer la sala de pesas y máquinas de toda la vida, tienen sauna, sala de spinnig, aerobic, jazz, stepping, sauna, tienda, cafetería,... todo en un ambiente cool y chic.

La fauna que puebla estos centros deportivos es variada y voy a dar una leve pincelada de cada tipologia de inquilino de gimnasio:

- El megacachas: El el que más hipertrofia muscular tiene de todo el gimnasio, el alumno más aventajado, el favorito del monitor y el que representa al gimnasio en las competiciones. Va ataviado con una camiseta rota por cuello y mangas y unas mallas.


Chuache siempre será chuache


- El monitor: No suele estar tan cachas como el megacachas, pero también está cachas. es el que te aconseja en hacer los ejercicios correctamente y el que te aconseja en llevar una vida sana y natural. Sospecha que el megacachas se come los esteroides a cucharadas soperas pero no lo reconoce.

¡Uaaauh! ¿Ponte en forma con David Meca? ¡Me apunto sin dilación!


- El palillo: El la antítesis del megacachas. El más flojito del gimnasio. Va a lo suyo y le da igual todo lo demás. Suele ir con un chandal de pierna larga y una camiseta cinco tallas más grande.





Ya, ya. Prueba a echarle un pulso y verás

- La tía buena: Siempre hay tias buenas en los gimnasios, pero hay una que es la super tiabuena. Lo sabe y por eso castiga a los presentes poniendose unas mallas tipo "El muro infernal" pero más apretadas si cabe.





Cory Everson. Musa del fitness y buenorra del copón

- El mevoyaponerfuerteendospatás: Es el típico que coge diez veces el peso que con el que puede y ves que se va a romper por la mitad. Normalmente no dura mucho en el gimnasio y después ya no vuelve, quizá por que se ha lesionado. Suele ir en pareja con otro de su especie.



Además de los discos intervertebrales aplanados, las cervicales fisuradas y los meniscos triturados, coxis roto por golpe del culo en el suelo y carrillos reventados por presión de aire elevada.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El Hijo Puta

Bueno, aquí voy a reseñar un relato que me ha llegado al correo y que, por su buena aceptación por mi persona, voy a exponer.

Se trata, según me dicen el el correo, de un premio de novela corta en el año 2005 y que su autor se llama Pedro. (Lo siento, pero no sé más de él. Si por algún azar del destino, alineación de planetas o algo similar, el autor del relato leyera este blog y le molestase, que me lo diga)

A fín de cuentas, el relato me pareció genial, y sobre todo casi me muero de la risa con el, que se supone que es lo que busca.

Su título es: "El hijo puta"


Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que
tenía que llamar por teléfono a un compañero.
Descolgué el auricular y marqué el número de memoria.
Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:
'¿Qué quiere?'.
'Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto Espárrago?' dije
amablemente.
'Te has equivocado, gilipollas', me respondió y acto seguido colgó.

No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el
número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado.
Pero como aún recordaba el número 'erróneo' que había marcado anteriormente,
decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé
a que contestase y le dije: 'Eres un hijoputa', y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunte aquel número en mi agenda junto a la palabra
'hijoputa'.

Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una
letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna
situación por el estilo volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:
'Eres un hijoputa'.
Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más
relajado.

Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de
identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que
dejar de llamar al 'hijoputa'.
Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono
y cuando escuché su voz le dije: 'Hola, le llamo del departamento de ventas
de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de
llamadas'.
'No' me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.
Rápidamente lo volví a llamar y le dije: 'Eres un hijoputa'.

Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera
de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente y
cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre,
apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba
yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:
'¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!'.
El tipo del Golf se bajo, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial
ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado
y pensé: 'Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos'..
Justo en ese momento vi un letrero de 'SE VENDE' en el cristal de atrás del
Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de
aparcamiento.

A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del 'hijoputa' y me acordé
que había anotado el número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le
dije:
- 'Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?'
- 'Sí, yo mismo'
- '¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?'
- 'Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con
Montesa, es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la
casa'
- '¿Cómo se llama usted?'
- 'Enrique Juárez'
- '¿Que hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los
detalles de la operación, Enrique?'.
- 'Pues yo suelo estar en casa por las noches'.
- '¿Puedo decirle algo, Enrique?'
- 'Si, claro'
- 'Enrique, eres un hijoputa de la hostia', y colgué el teléfono.

Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del
otro, pero en este puse el nombre de 'hijoputa II'.
Ahora tenía dos 'hijoputas' para llamar y así estuve durante dos o tres
meses, llamando ahora a uno, ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme
un poco.

Me puse a pensar en serio sobre cómo resolver este problemilla y al cabo de
un par de whiskys se me ocurrió algo. Primero llamé al 'hijoputa I':
- 'Dígame'
- 'Hola hijoputa' - pero esta vez no colgué.
- '¿Estas ahí todavía, verdad, cabrón?'
- 'Si, hijoputa'.
- 'Deja ya de llamarme o....'
- 'Noooooo'.
- 'Si supiera quién eres te rompía la boca', me dijo.
- 'Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la
calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en
la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa'
- '¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que eres un hijoputa y ya puedes ir
rezando todo lo que sepas. Te voy a matar a hostias'
- '¿Sí?. ¡Que miedo me das, hijoputa!' y colgué el teléfono..

Inmediatamente llame al hijoputa II:
- 'Dígame'
- 'Hola hijoputa' y no colgué.
- 'Como te pille algún día...'
- '¿Que me vas a hacer, hijoputa?'
- 'Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón'
- '¿Sí?, pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa' y
colgué.

Por último, cogí el teléfono y llame a la policía. Les dije que estaba en la
calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio
homosexual en cuanto llegara a casa.
Luego hice otra llamada rápida a 'Madrid directo' y les dije que iba a haber
una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa.
Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche. Te juro que
es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi
vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.

En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes
en tono amable.
Ya sabes, no es bueno que yo me irrite.


Como dije, muy bueno para reirse un rato largo.

Besitos para ellas, abrazos para ellos.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

BIC

Tantos dias sentado en mi escritorio y no me había dado cuenta hasta ahora de lo mucho que añora a los bolis BIC. Será porque la empresa facilita a sus empleados bolis de otra marca que son una mierda. Bueno, a lo mejor no son una mierda, pero es que yo me crié con los BIC y ahora me he dado cuenta que todo lo demás no me gusta. (Me pasa lo mismo con la cerveza, donde esté una mahou, que se quiten las demás)

Añoro su tacto, sus seis caras bien diferenciadas en las que, cuidadosamente con un compás o con la punta fina de unas tijeras, rayaba las declinaciones de latín.

Te dejaba un hoyuelo característico en el apoyo del dedo corazón cuando llevabas un tiempo considerable tomando apuntes. Ese hoyuelo no es igual con otros bolis. (Tampoco tomo apuntes como antes, ahora más bien le doy a la tecla) Pero de todas formas, no es igual.

Añoro ver cómo se acumulaban los rojos y los verdes, porque se utilizaban poco y sobre todo, sobre todo añoro su capuchón.Ese capuchón que se chupaba (esta capucha que lleva el boli este de otra marca no hay quien la chupe), se mordía, te sacabas la cerilla de los oídos... y se capaba. ¡Vaya si se capaba! Me acuerdo que era un monstruo del capamiento de capuchas de boli. Cuando tenías un boli con la capucha capada, ya no era lo mismo, perdía su encanto, sin embargo, si todavía conservaba su apéndice, era la repanocha, ¡Una capucha entera! Y la guardabas con celo de todos aquellos ávidos de capártela.

Después renovaron la capucha del boli haciéndole un agujero en la punta (supongo que para que la punta del boli no se secara) y perdió algo de encanto a mi parecer.

Luego estaba el BIC naranja, que tenía la punta fina y escribía más elegante. Por ello, lo utilizaba la gente más elegante. Pero el boli todoterreno siempre fue el cristal. La mejor relación calidad-precio de un boli en la historia.
Indagando un poco, he descubierto que ahora sacan unas ediciones limitadas y numeradas en acero, plata y oro. ¡Toma ya! Nivelazo.


Bolis BIC de oro, plata y acero

Más tarde, la marca BIC se metió en otros berenjenales que le vinieron grandes. ¡Se metió ha hacer maquinillas de afeitar! ¿Que tiene que ver un boli con una maquinilla de afeitar? Pues eso. Con los bolis, por un módico precio tenías un boli bastante aceptable, pero con las maquinillas, por un módico precio tenías una maquinilla arrancapieles. Vamos que si no querías acabar lleno de trocitos de papel higiénico pegados a la cara, mejor no te afeitaras con las maquinillas BIC.

¿Alguien quiere una exfoliación de cara a lo bestia?


Y últimamente, BIC se ha aliado con Orange para sacar un teléfono móvil deshechable. Muy chulo y con un futuro incierto. Veremos que tal.


También indagando por ahí, he descubierto cosas que se pueden hacer con los bolígrafos BIC. Cosas como estas:








E incluso hay un artista, Juan Francisco Casas, que hace unos dibujos hiper-realistas a boli, a bolígrafo BIC. Son toda una pasada, alucinantes. He aquí una pequeña muestra:

En fín abuelita, te dejo que se me van a hacer hoyuelos, esta vez, en la yema de los dedos.