Bueno, aquí voy a reseñar un relato que me ha llegado al correo y que, por su buena aceptación por mi persona, voy a exponer.
Se trata, según me dicen el el correo, de un premio de novela corta en el año 2005 y que su autor se llama Pedro. (Lo siento, pero no sé más de él. Si por algún azar del destino, alineación de planetas o algo similar, el autor del relato leyera este blog y le molestase, que me lo diga)
A fín de cuentas, el relato me pareció genial, y sobre todo casi me muero de la risa con el, que se supone que es lo que busca.
Su título es: "El hijo puta"
Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que
tenía que llamar por teléfono a un compañero.
Descolgué el auricular y marqué el número de memoria.
Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:
'¿Qué quiere?'.
'Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto Espárrago?' dije
amablemente.
'Te has equivocado, gilipollas', me respondió y acto seguido colgó.
No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el
número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado.
Pero como aún recordaba el número 'erróneo' que había marcado anteriormente,
decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé
a que contestase y le dije: 'Eres un hijoputa', y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunte aquel número en mi agenda junto a la palabra
'hijoputa'.
Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una
letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna
situación por el estilo volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:
'Eres un hijoputa'.
Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más
relajado.
Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de
identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que
dejar de llamar al 'hijoputa'.
Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono
y cuando escuché su voz le dije: 'Hola, le llamo del departamento de ventas
de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de
llamadas'.
'No' me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.
Rápidamente lo volví a llamar y le dije: 'Eres un hijoputa'.
Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera
de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente y
cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre,
apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba
yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:
'¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!'.
El tipo del Golf se bajo, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial
ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado
y pensé: 'Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos'..
Justo en ese momento vi un letrero de 'SE VENDE' en el cristal de atrás del
Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de
aparcamiento.
A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del 'hijoputa' y me acordé
que había anotado el número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le
dije:
- 'Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?'
- 'Sí, yo mismo'
- '¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?'
- 'Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con
Montesa, es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la
casa'
- '¿Cómo se llama usted?'
- 'Enrique Juárez'
- '¿Que hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los
detalles de la operación, Enrique?'.
- 'Pues yo suelo estar en casa por las noches'.
- '¿Puedo decirle algo, Enrique?'
- 'Si, claro'
- 'Enrique, eres un hijoputa de la hostia', y colgué el teléfono.
Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del
otro, pero en este puse el nombre de 'hijoputa II'.
Ahora tenía dos 'hijoputas' para llamar y así estuve durante dos o tres
meses, llamando ahora a uno, ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme
un poco.
Me puse a pensar en serio sobre cómo resolver este problemilla y al cabo de
un par de whiskys se me ocurrió algo. Primero llamé al 'hijoputa I':
- 'Dígame'
- 'Hola hijoputa' - pero esta vez no colgué.
- '¿Estas ahí todavía, verdad, cabrón?'
- 'Si, hijoputa'.
- 'Deja ya de llamarme o....'
- 'Noooooo'.
- 'Si supiera quién eres te rompía la boca', me dijo.
- 'Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la
calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en
la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa'
- '¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que eres un hijoputa y ya puedes ir
rezando todo lo que sepas. Te voy a matar a hostias'
- '¿Sí?. ¡Que miedo me das, hijoputa!' y colgué el teléfono..
Inmediatamente llame al hijoputa II:
- 'Dígame'
- 'Hola hijoputa' y no colgué.
- 'Como te pille algún día...'
- '¿Que me vas a hacer, hijoputa?'
- 'Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón'
- '¿Sí?, pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa' y
colgué.
Por último, cogí el teléfono y llame a la policía. Les dije que estaba en la
calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio
homosexual en cuanto llegara a casa.
Luego hice otra llamada rápida a 'Madrid directo' y les dije que iba a haber
una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa.
Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche. Te juro que
es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi
vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.
En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes
en tono amable.
Ya sabes, no es bueno que yo me irrite.
tenía que llamar por teléfono a un compañero.
Descolgué el auricular y marqué el número de memoria.
Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:
'¿Qué quiere?'.
'Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto Espárrago?' dije
amablemente.
'Te has equivocado, gilipollas', me respondió y acto seguido colgó.
No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el
número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado.
Pero como aún recordaba el número 'erróneo' que había marcado anteriormente,
decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé
a que contestase y le dije: 'Eres un hijoputa', y colgué rápidamente.
Inmediatamente apunte aquel número en mi agenda junto a la palabra
'hijoputa'.
Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado porque me llegaba una
letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna
situación por el estilo volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:
'Eres un hijoputa'.
Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más
relajado.
Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de
identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que
dejar de llamar al 'hijoputa'.
Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: Marqué su número de teléfono
y cuando escuché su voz le dije: 'Hola, le llamo del departamento de ventas
de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de
llamadas'.
'No' me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.
Rápidamente lo volví a llamar y le dije: 'Eres un hijoputa'.
Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera
de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente y
cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre,
apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba
yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:
'¡Eh, oiga!, ¡que estaba yo esperando!, ¡no puede hacer eso!'.
El tipo del Golf se bajo, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial
ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado
y pensé: 'Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos'..
Justo en ese momento vi un letrero de 'SE VENDE' en el cristal de atrás del
Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de
aparcamiento.
A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del 'hijoputa' y me acordé
que había anotado el número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le
dije:
- 'Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?'
- 'Sí, yo mismo'
- '¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?'
- 'Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con
Montesa, es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la
casa'
- '¿Cómo se llama usted?'
- 'Enrique Juárez'
- '¿Que hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los
detalles de la operación, Enrique?'.
- 'Pues yo suelo estar en casa por las noches'.
- '¿Puedo decirle algo, Enrique?'
- 'Si, claro'
- 'Enrique, eres un hijoputa de la hostia', y colgué el teléfono.
Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del
otro, pero en este puse el nombre de 'hijoputa II'.
Ahora tenía dos 'hijoputas' para llamar y así estuve durante dos o tres
meses, llamando ahora a uno, ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme
un poco.
Me puse a pensar en serio sobre cómo resolver este problemilla y al cabo de
un par de whiskys se me ocurrió algo. Primero llamé al 'hijoputa I':
- 'Dígame'
- 'Hola hijoputa' - pero esta vez no colgué.
- '¿Estas ahí todavía, verdad, cabrón?'
- 'Si, hijoputa'.
- 'Deja ya de llamarme o....'
- 'Noooooo'.
- 'Si supiera quién eres te rompía la boca', me dijo.
- 'Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la
calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en
la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa'
- '¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que eres un hijoputa y ya puedes ir
rezando todo lo que sepas. Te voy a matar a hostias'
- '¿Sí?. ¡Que miedo me das, hijoputa!' y colgué el teléfono..
Inmediatamente llame al hijoputa II:
- 'Dígame'
- 'Hola hijoputa' y no colgué.
- 'Como te pille algún día...'
- '¿Que me vas a hacer, hijoputa?'
- 'Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón'
- '¿Sí?, pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa' y
colgué.
Por último, cogí el teléfono y llame a la policía. Les dije que estaba en la
calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio
homosexual en cuanto llegara a casa.
Luego hice otra llamada rápida a 'Madrid directo' y les dije que iba a haber
una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa.
Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche. Te juro que
es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi
vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.
En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes
en tono amable.
Ya sabes, no es bueno que yo me irrite.
Como dije, muy bueno para reirse un rato largo.
Besitos para ellas, abrazos para ellos.
Es muy bueno, da igual como haya llegado a tus manos.
ResponderEliminarGracias por compartirlo...esto... (tenía que haberle sacado una foto) antes sacando de paseo a los perros me encontré que le habían puesto una pegatina a un BMW negro (que lleva sin moverse un par de meses) mostrando interés por comprar el coche y dejando su número de móvil...no, mejor no hago nada :-D
Salu2
Hola
ResponderEliminarEstooo...
¿Te importaria dejarme esos numeros? Hay días que me levanto tenso y mosqueado... Mejor una llamadita que más quimica en pastillas. Je je
Un saludo
jajajajajajaj qué buen relato jajajajajjjajaj
ResponderEliminarYo siempre contesto amablemente que lo sepas jajajajajaja
El mundo está lleno de joputas jajajaja
Y tanto que sí. Un par de numeritos de hijos de puta y nos quitaban unas cuantas tensiones...
ResponderEliminarJajjaja, que buen relato y que buena terapia.
ResponderEliminarTambién es una buena terapia, ir a un partido de fútbol y desahogarte con el árbiro, él tampoco tiene la culpa pero...te voy a contar una anectota que cuentan en la federación de fútbol.
un día llego un tío y le dijo al secretario:-quiero ser árbitro.
El secretario se acerco al presidente y le dijo:
- El hijo de puta ese quiere ser árbitro.
El aspirante contestó:
-oiga no se pase ¿eh?
a lo que el presidente dijo:
_ este tío no vale, que se vaya.
Me he reído un montón con la historia, anda que no tiene paciencia el tío.
ResponderEliminarYo por mi parte cuando se equivocan al llamar procuro ser amable, al fin y al cabo el que se equivoca es el que se gasta el dinero inútilmente.
Saludos.