lunes, 24 de agosto de 2009

Manías

La gente tiene manías. Lo que viene a ser un comportamiento obsesivo-compulsivo en grado bajo. Y se me ha vuelto a ir la pinza y me he acordado de algunas.

Por ejemplo, tengo la manía de colgar todas las perchas con el gancho hacia dentro y todos los botones de las camisas mirando hacia la izquierda. Una de tantas.
Pero quien más manías tiene, a mi modo de ver, es la gente mayor. A más viejo, más maniático.


Mi padre por ejemplo, deja la llave metida en la cerradura de la puerta de su casa. ¿Es una costumbre? No. Es una manía,coño, porque es contraproducente. Se puede salir de la casa, nos dejamos las llaves puestas por dentro y a ver quien entra luego. Tendrían que pedir cobijo en mi casa.

Sabéis que el microondas tiene un montón de potencias pero que en realidad, el mundo sólo utiliza dos a lo sumo. La de calentar y la de descongelar. Pues bueno, el colega pone el microondas a potencia media siempre, porque dice que las cosas a máxima potencia se estropean. ¡Joder! Si cuando voy a su casa me bebo las cervezas templadas porque lo hace también con el frigorífico!

Hay un tío en mi curro, que se pasa todo el santo día limpiando el coche. Tiene un Dodge nosequé y con un trapito, al estilo karate kid, le da caña con movimientos circulares. Cada día va menguando el grosor de la chapa del coche hasta que no le quede. Un día se me ocurrió decirle (craso error) en tono amigable: -¡Macho, lo estás dejando como la patena! ("Patena": platillo en el que se pone la hostia durante la celebración de la eucaristía) Y se cogió un cabreo conmigo de aupa. Me dijo, en un tono de reproche: ¡Pero no hago daño a nadie, no estoy en el bar tomando cañas! En fín, otro con su manía particular. Pero tenía razón, tampoco hacía daño a nadie. ¿?

Venga, va, lo diré. Algunas veces, antes más, ahora menos. Me daba por intentar no pisar las rayitas de las baldosas del suelo de la calle, como Jack Nicholson en mejor imposible. Lo hacía antes de ver la peli y cuando la vi me sentí identificado. ¡Joder! Cada vez que lo pienso... ¿Estaré como un cencerro? Aún hoy, algunas veces, me da por pensar en hacerlo, de ir saltando de baldosa en baldosa, como si fuera un concurso de no pisar rayas. Lo hago durante diez segundos y luego recapacito: ¿Pero estás gilipollas? ¡Buf!




Cada uno con sus manías.

jueves, 20 de agosto de 2009

Publicidad

Me gusta la publicidad. No sé, siempre me ha atraído. Es por ello que se me ha vuelto a ir la pinza y voy a comentar algunas cosillas.

No entiendo por qué, a mi modo de ver, los señores responsables de una marca se gastan la pasta en realizar campañas, a veces malisísimas.

Vamos a ver... ¿Pero quién cojones tiene el váter tan sucio como el del anuncio del Cillit Bang? Vamos no me jodas! es que ni los de "Gente pez"

¿Descargate la melodía? Impresionante


¿Y lo de las chavalas ohdiosmioquebuenaestá y mariculoperfecto anunciando el gel anticelulítico?


Con esa cremita con extractos de café y naranja de Valencia se te quedará este culito

¿Y la ridícula escena del Mon Cheri? ¿Existe gente así?

Pero lo realmente denigrante es que ruedan un anuncio en español, y luego lo doblan al español otra vez, pero mal de cojones. Primero, pobre actor de anuncio que ve que le cambian la voz para nada. Segundo, la voz la eligen cuatro gilipollas, porque se nota a la legua que no corresponde con el personaje, o sea, que no le pega ni con pegamento de cinco componentes. Y tercero, ¿Tan difícil es hacer coincidir la voz doblada con los movimientos de la boca del actor?

Menos mal que para compensar existen joyas de la publicidad justamente premiadas.

A mi me gustaba un anuncio ya antiguo en el que se veía a una pareja en un coche. Él iba al volante y ella iba durmiendo. Se notaba un ruidito molesto en el viaje y paran en una gasolinera en la cual, además de repostar, el gasolinero se pone a ver de donde sale el ruidito. Después de mirar un rato, el gasolinero balancea el coche empujándolo lateralmente, produciéndose el ruidito y descubre que eran los pendientes de la chica que al balancearse, chirriaban un poco. El gasolinero daba un poco de aceite a los pendientes de la chica (que seguía durmiendo) y fin de la historia.

Otros anuncios que me gustaban muchísimo son los de las marcas deportivas en los que salen estrellas de futbol en escenarios inverosímiles haciendo de las suyas. Muy buenos todos. Sobre todo me gustaba uno en el que jugaban una compilación de estrellas del fútbol contra unos demonios y al final, después de mucho batallar, Cantoná se sube el cuello de la camiseta y dice "ou revoire", chuta el balón, el portero demonio extiende sus alas ocupando toda la portería, y el balón atraviesa al demonio por el pecho. Cósmico.

Ahora bien. El máquina de la publicidad, el Rey de los anuncios, el Ayatolah del Spot no es ni más ni menos que un hombre que se atrevió a decir al consumidor la verdad, sin trampa, sin cartón y sin mentiras. Un hombre que asombró al mundo contando las excelencias de su producto y luego dijo: "busque, compare, y si encuantra algo mejor, cómprelo". Manuel Luque.


El puto amo

miércoles, 12 de agosto de 2009

Lo que saben y dejan de saber

Me dijeron una vez, en mi periodo de aprendizaje adolescente/juvenil, que las personas se dividen en cuatro grandes grupos respecto a lo que saben y su conocimiento de ello.

El que sabe y sabe que sabe. Es un genio. Síguele
El que sabe y no sabe que sabe. Está dormido. Despiértale
El que no sabe y sabe que no sabe. Es humilde. Ayúdale
El que no sabe y no sabe que no sabe. Es un necio. Huye de él
Siempre me ha encantado este postulado y para mí es una ley universal.
Y ahora dime, querida abuelita, ¿podrías poner un ejemplo de cada?