Imagínen al mejillón Isidro (oye, no tengo ni idea de cómo se llaman los mejillones entre ellos, así que le he puesto el primer nombre que se me ha venido a la cabeza) ahí, en el botellón. Pegado a la roca mientras las olas golpean suavemente sus conchas y ve, a cuarente mejillones de distancia, a Felipita, una mejillona con unas conchas de un negro... distinto, especial. Se enemora inmediatamente de ella y se decide a saltar, a abandonar el seguro apoyo que le ofrecía la roca y se lanza hacia la dirección de Felipita. Isidro, a merced de las olas y las corrientes, con un gran dominio de sus concha bivalva cual timones se tratasen, al fin logra situarse frente a Felipita. Cayó junto a ella, vibró un poco para hacerse hueco y armándose de valor dijo:
- Felipita, llevo observandote tres años, y por fin me he atrevido a dirigirte la palabra (traducido del mejillonés)
- Yo es que... no sé, te pareces a los demás mejillones. Yo diría que igual.
- Felipita, no te hagas la estrecha. ábrete de conchas y enséñame el mejillón que tienes entre ellas.
- ¡Uy! ¡Qué cosas dices, me estoy ruborizando y me quedaré como un mejillón colorao!
Y de pronto, cuando la historia de sexo-amor entre Isidro y Felipita iba a consumarse... ¡Zas!
A tomar por culo. Isidro, Felipita y todo el cayuco, a la saca, a la lata, escabechados y a mi mesa con unas patatitas fritas y una cervecita.
jajjajaja qué bueno jajajajaj
ResponderEliminarMe encantan los mejillones jajajaja
jejeje, muy divertido. pero creo que como parecen en patera es cuando están enlatados
ResponderEliminarJajaja, me ha encantado tu "diálogo de besugos, digo de mejillones".
ResponderEliminarMe pierden los mejillones
Los mejillones como moluscos tendrán la misma vida social de una ostra. Osea, que se aburren.
ResponderEliminarJajaja.