martes, 30 de marzo de 2010

¡El mar, idiota, el mar!


Ahora que me voy de descanso justamente inmerecido aprovechando estas injustamente merecidas vacaciones, saldré de la zona centro de la península y veré el mar.

¡Aaaah! el mar. Ya sé que para los que vivís cerca de él, no tiene tanta importancia, pero para los que sufrimos el clima continental, pues qué quereis que os diga, hace ilusión.

Y se me ha venido a la cabeza una de esas tantas cosas antiguas que últimamente os cuento. Era un skech de los payasos de la tele.

Gaby le decía a Miliki y a Fofito:

Gaby- Vamos a ver... Una adivinanza. Se trata de una extensión de agua. Agua salada. Muy grande.

Miliki y Fofito se quedaban con cara de tontos.

Gaby- ¡Pero si es muy fácil! Mucha agua, mucha agua. Muy grande. Con olas...

Miliki y Fofito seguía igual. Entonces, Gaby se dirigía frontalmente a Miliki y le decía:

Gaby-¡El mar, idiota, el mar!

Miliki, tiene un par de segundos de perplejidad, pero acto seguido se gira hacia Fofito y le dice:

Miliki- ¡El mar, idiota, el mar!


Buenísimo.


viernes, 26 de marzo de 2010

¿A qué jugabas? (Parte segunda)






Juegos en los que se necesitaba algo para jugar.
Teje: Era bien fácil. Se jugaba con una puta piedra. Siempre se escogían las más aerodinámidas y se vacilaba de lo bien que habíamos hecho la elección.

No era más que intentar dar a la piedra del contrario con la tuya. Simple a la vez que eficaz para el entretenimiento. Más aún si en juego había cromos, canicas,...

El "guá": Se necesitaban jugadores, canicas y un hoyo en la tierra de apoximadamente 10-15cms de diámetro. Consistía en dar a las canicas de los contrarios con la tuya y luego metaerla en el "guá"(el hoyo). Era bastante adictivo y tenía su miga.


Luego el mundo de las canicas era apasionante. Las había de muchas clases: las de cristal, las de mármol (americanas), las chinas, los boloncios,... Todo un mundo de posibilidades.


Era bastante malo y perdía bolas constantemente en contra de niños mucho más habilidosos que yo.

Las chapas: En época de Tour de Francia o Vuelta ciclista, los niños íbamos a los bares a pedir chapas al camarero. Éste nos daba un montón de chapas dobladas que nosotros seleccionabamos y mejorábamos su idoneidad para resbalar por tierra y asfalto.

Recuerdo que me tiraba tardes enteras en mi habitación dibujando dentro de un circulo que hacía en un papel con una moneda de cinco duros los uniformes de los equipos ciclistas. El Zor, el Kelme, el Reinolds,... Recortaba los círculos minuciosamente decorados y los metía en la chapa. Las chapas que me había dado el camarero del bar del barrio se habían convertido en todo un equipo ciclista.


Después nos juntábamos en la calle o en el parque, cada uno con su equipo de chapas, fabricábamos la carretera, bién con tiza si era en el asfalto o con las manos si era en la arena y a darle a los dedos.


También se hacían equipos de fútbol con chapas. Se pintaba el campo con tiza, el balón era un garbanzo y las porterías eran una caja de zapatos partida por la mitad. De portero siempre se ponía un tapón gordo (que pesaba más).



Eeh! Vaya brasa que os he dado. Luego más.

lunes, 1 de marzo de 2010

¿A qué jugabas?

Antes de nada, he estado ausente a causa del curro. Vamos, que además de ir al trabajo, he estado trabajando, a pesar de currar para el estado (Fiebre, cómo me has cazado) y a causa de ello, he tenido que aparcar el tema del blog unos días. Pero ya estoy de vuelte con más historias y devaneos.
Viendo a los chavales de ahora, con sus consolas y videojuegos (yo también tengo ¿eh?), se me antoja recordar a qué jugaba yo de najo.

Las actividades que practicábamos eran muy distintas a las de ahora. Los tiempos cambian. Y mucho.

He dividido los juegos en tres grupos. A saber:


-Juegos en los que no necesitabas nada. Solo tú, tu cuerpo y a otros como tú.

-Juegos en los que se necesita algún objeto.

-Juegos de equipo.

Los pertenecientes al primer grupo eran juegos muy socorridos por la sencillez que requerían para jugar. Algunos eran:

. El escondite: Bueno, ya sabéis. Uno pringaba, contaba hasta... ¿50? ¿100? Y después buscaba a todos los demás hasta encontrarlos. De este juego había varias versiones como el bote, la liebre,... pero todas atendían a la premisa principal de esconderse.


. El rescate: Muy sencillo. El juego consistía en correr como un cabrón. Ni más ni menos. Se hacían dos grupos más o menos iguales, unos eran los perseguidores y otros los perseguidos y despues... ¡A correr unos detrás de otros como si no fuera a amanecer nunca más! (hay que decir que esta clase de juegos fomentaba el ejercicio) Los que eran cogidos se llevaban a un sitio apartado y se iba haciendo una cadena humana. Un extra del juego era que si uno de los integrantes del equipo perseguido tocaba esa cadena humana, automáticamente toda la cadena estaba "salvada" y podían todos los que la formaban volver a correr como si les persiguiera el Diablo. Era por ello que siempre un perteneciente a los perseguidores se quedaba cuidando esa cadena para que ningún perseguido se acercara, o por lo menos lo tuviera más difícil.


. Churro, media manga o manga entera: También dos equipos. Uno se ponía en una cadena, agachados, con la cabeza metida entre las piernas del compañero de delante, formando una superficie de espaldas listas para que el otro equipo saltara sobre ellas. Más o menos el juego consistía en, por un lado el equipo que saltaba tenía que intentar que la cadena de espaldas se rompiera por algún sitio y por otra, el equipo que hacía de "burros" tenía que aguantar todo el peso hasta que acabaran de saltar todos. La cruedad de los niños hacía aquí su aparición y no dudábamos en saltar más alto y más duro sobre el más débil. Todo valía con tal de conseguir la victoria, y no se hacían prisioneros.



. El pingüino: Otro juego de patio de recreo bastante cruel. Dudo que la sociedad de ahora lo permitiese, pero hace veinticinco años era de lo más normal.

El juego consistía en hacer un círculo sobre la tierra de unos 4 ó 5 metros de diámetro, alrededor del cual se situaban los jugadores. En el centro del círculo se situaba un especimen de rodillas, alias "el pingúino" y a su lado otro, de pie, alias "el que cuida al pingüino". La misión de los jugadores era penetrar en el interior del circulo, donde serían vulnerables para dar de collejas al pingüino sin que el cuidador les tocara, la del cuidador era el de intentar tocar a algún jugador dentro del círculo y la del pingüino, aguantar la somanta de hostias que le caían. La gracia también estaba en la alternancia en las posiciones que se producía cuando el cuidador tocaba a alguien dentro del círculo. El tocado pasaba a ser pingüino, el pingüino a cuidador y el cuidador a jugador del extraradio. Así todo fluía naturalmente dejando a las malvadas mentes de los niños funcionar.

. Mosca: Otro juego de hostiejas. Cinco minutos antes de que viniera el "profe" o la "seño" los chavales nos poníamos en dos filas haciendo un pasillo al lado de la puerta de entrada a clase, esperando a todo aquel, pobre diablo, que hubiera salido por despiste o al servicio... Al entrar a clase, tenía sendas filas de gente con la mano levantada ávidos de estrellarla contra su cabeza por su zona occipital. En fin... No way out.

Había muchos más. El veo, veo, Tris tras, la zapatilla por detrás, ...también depende de la localización geográfica (estos que digo son de la zona centro), pero la entrada se haría muy larga y la gente se me aburre. Mañana hablaremos de otro grupo de juegos.

Juntar hojas

Un día, a un tipo (o tipa) que iba con un montón de hojas en la mano, se le ocurrió que podría estar mucho mejor si éstas estuvieran unidas de alguna manera. Veamos que formas ha inventado el hombre blanco (o de otro color) para unir las hojas.

-Encuadernado: Existen vários métodos de encuadernado. Desde el más atómico como el de un buen libro hasta el rulo de plástico o la espiral.




- El churrufú ese de cobre con patillas: ¡Joder! Se me vino a la cabeza pero no sé su nombre técnico, y es por ello que tampoco tengo imagen. Pero bueno, se trata de una pletina de cobre (creo) de unos 10 x 1 cms. que tiene unas patillas que se introducen por los agujeros que previamente les hemos hecho a las hojas. Bueno... pues eso.

- La grapa: La grapa en un elemento muy común para unir hojas. Debemos tener dos elementos, por un lado la grapa en sí misma y en su misma esencia y por el otro, la máquina que hace que esa grapa se introduzca en las hoja y las junte: la grapadora.

Hay diferentes grapas y grapadoras, dependiendo de la cantidad de hojas a juntar y luego hay otra cosa que no acabo de enterarme muy bién para que sirve. En las grapadoras comunes de oficina hay un dispositivo en la grapadora que hace, bien que la grapa abrace las hojas hacia dentro o bien que las abrace hacia fuera, ya sabéis, pero siempre con mucho amor. No tengo ni puñetera idea de para qué sirve esa doble opción, ya que mi grapadora común de oficina no trae manual de instrucciones. Si alguien lee esto y pudiera iluminar mi ignorancia, se lo agradecería.


- El clip: El clip es una forma muy utilizada para unir hojas, tan utilizada que hasta el Word, tenía por defecto a un ayudante cansino (¡muerte a clippo!) en forma de clip.

¡Que invento! Con un trozo de alambre se solucionaban los problemas de juntar hojas.

Poco a poco, el clip evolucionó hasta el estado de clip forrado de plástico de colores, mucho más molón que el simple clip, dónde va a parar. Si yo fuera un simple clip de primera generación, estaría muerto de envidia. Sobre todo del clip forrado de azul, que es el que más liga.


- Doblando las hojas: Pues sí. Las hojas se pueden juntar doblandose. Existe el doblado simple, el doblado doble para más seguridad y si queremos una fortaleza sin parangón, el doblado doble con rotura, inexpugnable.

- Con moco: Bueno... hay gente que tiene la mucosidad nasal muy desarrollada y que es un pega-quita muy eficaz. Se ahorra un pastón en grapas, clips y demás.