viernes, 25 de septiembre de 2009

Cómo flipar en colorines varios con las "n" dimensiones

Pues eso. Que en uno de esos ratos tontos que tenía sentado en una fuente hace años, con mi amigo el matemático, me explicó la (redoble de tambores) "Teoría de las n dimensiones".


Bueno, ahi va:


El colega decía que existían, de verdad y no sólo matemáticamente hablando, infinitas dimensiones, justo aquí, donde estamos nosotros, coexistiendo en el espacio y en el tiempo.


Cubo en 4 dimensiones o hipercubo. Ya. Y mi culo un futbolín

¿Y cuál era su "prueba"? Pues el tío decía que existir n dimensiones existían, el problema era que nosotros, al ser seres de tres dimensiones, no podíamos ver ni comprender un espacio en más dimensiones que de las que estábamos hechos, o sea, "Todo ser de n dimensiones podrá ver y comprender el espacio en el entorno [1,n] sin ser capaz de ver o comprender el espacio en valores superiores a n".

¡Toma del frasco, Carrasco! ¡Eh!, y el colega lo decía en plan serio, sin inmutarse. Yo al principio, y como es mi forma de ser natural que a algunos sé que puede molestar, diréctamente me cachondeé de él, me reí en su cara, le dije que tenía una pedrada en la cabeza mal curada, pero se enojó ligeramente conmigo y fue entonces cuando le dije: -Vale, lo que tú digas. A ver, explícamelo.

Y ahí va la explicación que me dió:

Imaginemos a un ser de dos dimensiones, que solo vive en largo y ancho, pero que no tiene altura. Para ayudarnos a imaginarlo, imaginémos que ese ser está pintado en un papel, aunque no sea exactamente lo mismo. Pues bien, ese ser bidimensional, vive en dos dimensiones, ve, siente y comprende ese universo en el que vive. Ahora bien. Pongamos un objeto tridimensional en su mundo, para ayudarnos, imaginemos que ponemos una manzana sobre el papel. ¿Que vería el ser bidimensional de la manzana?

¿Nada?

¿solo la planta de la manzana, lo que "apoyaría en el papel"?

Bueno, la verdad es que con esta exposición se plantean muchas dudas y muchas veces se come una la cabeza con estas cosas pero ...

¿Realmente a alguien le importa esta gilipollez? No, vamos, me refiero a que el tema es de rizar el rizo rizado y de todas maneras, como no nos vayamos a ir a preguntar al aplanado ese que vive en un papel, que por cierto, se ahorraría frases como "mi niño me ha crecido mucho últimamente", "¿Jugamos al basket?" o "mira que techos tan altos".


*Nota mental: Tengo que dejar el colacao turbo.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Mejillones

Los mejillones, o mytildae, que es como se llaman técnicamente, son moluscos bivalvos que se alimentan por filtrado de plancton. Tienen una concha doble que proteje de los depredadores (normalmente estrellas de mar y gasterópodos).

Si miráis en la enciclopedia, (como he hecho yo porque si no a ver de qué voy a saber todo esto del principio) descubriréis plétoras de cosas más sobre estos animales pero... no viene su vida social.


Y es que yo me pregunto... ¿Que coño hacen los mejillones ahí agrupados, hacinados como si fueran subsaharianos en un cayuco? Hombre, un ratito de ambiente no está mal, se conoce a otros mejillones y mejillonas (me lo ha pegado Bibiana Aido, lo siento) y a lo mejor se pilla cacho, o concha, o lo que sea, perooo... ¿Toda la puta vida asi? ¿Pegados a la roca sin más? ¡Pero que botellón más largo! De primeras cogieron el pedo de su vida y ya se quedaron alli.


Imagínen al mejillón Isidro (oye, no tengo ni idea de cómo se llaman los mejillones entre ellos, así que le he puesto el primer nombre que se me ha venido a la cabeza) ahí, en el botellón. Pegado a la roca mientras las olas golpean suavemente sus conchas y ve, a cuarente mejillones de distancia, a Felipita, una mejillona con unas conchas de un negro... distinto, especial. Se enemora inmediatamente de ella y se decide a saltar, a abandonar el seguro apoyo que le ofrecía la roca y se lanza hacia la dirección de Felipita. Isidro, a merced de las olas y las corrientes, con un gran dominio de sus concha bivalva cual timones se tratasen, al fin logra situarse frente a Felipita. Cayó junto a ella, vibró un poco para hacerse hueco y armándose de valor dijo:

- Felipita, llevo observandote tres años, y por fin me he atrevido a dirigirte la palabra (traducido del mejillonés)

- Yo es que... no sé, te pareces a los demás mejillones. Yo diría que igual.

- Felipita, no te hagas la estrecha. ábrete de conchas y enséñame el mejillón que tienes entre ellas.

- ¡Uy! ¡Qué cosas dices, me estoy ruborizando y me quedaré como un mejillón colorao!

Y de pronto, cuando la historia de sexo-amor entre Isidro y Felipita iba a consumarse... ¡Zas!

A tomar por culo. Isidro, Felipita y todo el cayuco, a la saca, a la lata, escabechados y a mi mesa con unas patatitas fritas y una cervecita.



viernes, 11 de septiembre de 2009

El ciclo de la ropa


Según vas cumpliendo años y depende de la situación en la que uno se encuentre, se van descubriendo cosas. Cosas que antes desconocías por completo pero que existían.



Una de esas cosas es el ciclo de la ropa.


El moi, cuando vivía en casa de mis padres, no tenía no idea del ciclo de la ropa, tenía una ligerísima idea de que lo había pero no tenía un conocimiento real. Yo lo que realmente veía es que dejaba la ropa tirada por ahí, y en unos días aparecía boblada y colocada en su correspondiente cajón. (Ya, ya sé que me tacharéis de maldito machista que explota a su madre. Ella siempre intentaba que esto no ocurriera, que me hiciera la cama, que lavara los platos, recoger la mesa... y muchas veces lo conseguía, pero otras veces no, y ya sabéis: una madre es una madre y como hijos egoístas que somos, la explotamos sin cuartel)



Todo cambió cuando me emancipé y mi madre dejó de realizar, entre otras cosas, el ciclo de la ropa.



Trankis, amiguetes. Ahora hay lavadoras hasta de tropecientos kilos.


Pues bien, atentos todos al temita. La ropa, cuando está sucia (aquí hay que diferenciar entre hombres y mujeres. Para las mujeres la ropa está limpia o sucia y para los hombres la ropa pasa por muchos estados antes de estar completamente sucia) se separa por colores, ropa clara, ropa oscura, ropa roja..., se lava, después hay que tenderla para que se seque, luego, cuando esté seca, hay que quitarla del tendedero, y finalmente hay que doblarla y guardarla.



Y reza para que no llueva mientras tienes la ropa tendida


He dicho atentos al temita porque tiene güevos la cosa, todas los pasos que hay que seguir para que la ropa quede más o menos como estaba cuando la cogistes. Son un montón de pasos, un montón de curro que antes no sabía que existiera.




Ahora hay muchas facilidades para dejar la ropa bien dobladita. Tooooma aparatejo!


Y todavía hay otro paso más. Es un paso que va entre el secado y el doblado y que lo he obviado porque lo suelo hacer en las mínimas ocasiones posibles, sólo cuando es estrictamente indispensable. Sí, lo habéis adivinado. Es el maldito planchado.

¿Veis el montón de ropa que tiene detrás? Yo lo tengo más grande


Para mí, este paso es el más costoso y difícil (aunque poco a poco me voy volviendo más hábil). Por eso lo minimizo, solo plancho cuando la ropa está muy arrugada y es una prenda que se vea. Alucino cuando oigo a alguien que dice que plancha los trapos de la cocina, los gayumbos, las toallas, las sábanas,... en fín, mucho tiempo libre.

Para terminar, recordaré a aquellos afortunados/as que no realizen este tipo de tareas (obviamente por que hay alguien que lo hace por ellos/as) que tengan en cuenta todo el curro que lleva este ciclo y que, por lo menos, no den más trabajo del necesario.